"Como sabes, mi maestro entró en contacto con la regla para el nagual de tres puntas cuando trató de analizar ciertas anomalías dentro del nuevo grupo. Aparentemente, yo no encajaba con el resto de los aprendices. Entonces él me dedicó suficiente atención como para ver que yo enmascaraba mi configuración energética.
-¿Quieres decir que el ver de don Juan estaba equivocado?
-¡Por supuesto que no! Lo que se confundió fue su mirar. Ver es la forma final de la percepción; allí no hay apariencias, así que no es posible engañarse. Sin embargo, debido a la presión que él ejerció sobre mí durante años, mi energía luchó por amoldarse a la suya. Eso es común entre los aprendices. Como él estaba dividido en cuatro compartimientos, yo también comencé a manifestar en mis acciones una carga energética similar.
Cuando logré despegarme lo suficiente de su influencia (cosa que me tomó casi diez años de trabajo arduo) ambos descubrimos algo asombroso: mi luminosidad solo tenía tres compartimentos; no correspondía a la de una persona común y corriente, que tiene solo dos, pero tampoco a la de un nagual. Este descubrimiento creó una gran conmoción en el grupo de videntes, ya que todos presagiaron un cambio profundo para el linaje.
Entonces don Juan recurrió a la tradición de sus antecesores y desempolvó un aspecto olvidado de la regla. Me dijo que la elección de un nagual de ningún modo puede considerarse como un capricho personal, ya que en todas las épocas es el Espíritu el que escoge al sucesor de un linaje. Por lo tanto, mi anomalía energética era parte de un comando. Ante mis apremiantes preguntas me aseguró que, a su debido tiempo, un mensajero me explicaría la función de mi presencia como nagual de tres puntas.
Años más tarde, en una ocasión en que visitaba una de las salas del Museo Nacional de Antropología e Historia, observé a un indígena vestido a la usanza tarahumara que parecía tener el mayor interés por una de las piezas que allí se exhibían. Dándole vueltas, la examinaba por todos lados y demostraba una concentración tan absoluta, que mi curiosidad se despertó y me acerqué a mirar.
Al advertirme, el hombre me dirigió la palabra y comenzó a explicarme el significado de un conjunto de dibujos esmeradamente esculpidos sobre la piedra. Después, mientras meditaba sobre lo que me había dicho, recordé la promesa de don Juan y me di cuenta de que aquel hombre había sido enviado por el Espíritu para transmitirme la porción de la regla del nagual de tres puntas.
-¿Y qué es lo que dice esa porción?
-Afirma que "así como la partida tiene una matriz energética de número diecisiete (dos naguales, cuatro ensoñadoras, cuatro acechadoras, cuatro guerreros y tres correos), el linaje formado por una sucesión de partidas también tiene una estructura de poder, de número cincuenta y dos. El Águila ordenó que cada cincuenta y dos generaciones de naguales de cuatro puntas, aparezca un nagual de tres puntas que sirva de acción catártica para la propagación de nuevos linajes cuatripartitos.
También dice la regla que los naguales de tres puntas son destructores del orden establecido, pues su naturaleza no es creadora ni proveedora, y tienen la tendencia de esclavizar a todos los que les rodean. Añade que, de lograr la libertad, esos naguales deben hacerlo solos, porque su energía no está entonada para guiar a grupos de guerreros.
Como todo en el ámbito de la energía, el bloque de cincuenta y dos generaciones se divide en dos partes; las primeras veintiséis son de expansión y creación de nuevas líneas, las restantes están orientadas hacia la conservación y el aislamiento. Ese patrón de comportamiento se ha venido repitiendo milenio tras milenio, así que los brujos saben que es parte de la regla."
Como resultado de las actividades de un nagual de tres puntas, el conocimiento se masifica y se forman nuevas células de naguales de cuatro puntas. A partir de ahí, los linajes retoman la tradición de transmitir la enseñanza en forma lineal.
-¿Cada cuánto tiempo aparecen los naguales de tres puntas?
-Aproximadamente una vez por milenio. Esa es la edad del linaje al que yo pertenezco."
"Encuentros con el nagual. Conversaciones con Carlos Castaneda", Armando Torres, 2002
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