domingo, 30 de agosto de 2020

Feliz Apocalipsis - El Secreto Más Grande del Vaticano


Antes de que llegue mamá Censura y arrase con todo, como es su costumbre, me propongo contar cómo he llegado a la misma conclusión que Joseph Gregory Hallett o Stewart Swerdlow, acerca de cuál es uno de los mayores secretos del Vaticano, si no el mayor; porque hay una enorme variedad de secretos para elegir, no me cabe duda.

En estos vídeos del canal Bizion: 1 - 2, han doblado al castellano una entrevista hecha a Joseph Gregory Hallett, el supuesto rey legítimo de la corona británica, ejerciendo en su puesto y activo desde hace unos pocos meses. En dicha entrevista, King Joseph relata cómo la corona británica cayó en las garras de los banqueros Rothschild al arruinarse tras la batalla de Waterloo, siendo desde entonces un cascarón, más bien una fachada para los experimentos genéticos y sociales de los banqueros. La rama monárquica legítima marchó a Nueva Zelanda donde siguió conservando su historia y sus genes hasta el momento actual, en el que el rey Joseph ha asumido los cargos que le corresponden, (pendientes de ratificar con las ceremonias correspondientes según explica), heredando la corona británica, el asiento papal del Vaticano y el de Mesías o Cristo del estado de Israel.

En los primeros minutos del vídeo, el rey Joseph afirma que el secreto más grande del Vaticano es que hubo dos Jesús: sorprendente, como poco.

Esta misma historia es narrada también por un sobreviviente del Proyecto Montauk, Stewart Swerdlow. En esta entrevista que le hace Steve Locse a Stewart, éste explica cómo fue enviado al pasado para ‘eliminar’ a Jesús, mejor dicho, a uno de los dos, al bueno, por así decir, y cómo fue incapaz de hacerlo.

Muchas teorías sobre los viajes en el espacio-tiempo describen por qué es imposible cambiar el pasado en nuestra línea temporal y qué sucede cuando se intenta: se crea una nueva línea temporal que inicia con el cambio introducido, que tendrá un recorrido incierto, quizás infinito, y que precisamente por ello se ha dejado de intentar, por entes humanos al menos. Es una creencia común en algunos ambientes alternativos, que sí se puede cambiar el sino de los tiempos, aunque se debe hacer de forma muy sutil, con inducción o sugestión, por ejemplo sembrando predicciones, revelaciones o profecías; hay mucho por descubrir en ese campo y quizás lo retome algún día.

Para mí la cuestión de los dos Jesús se remonta a la segunda mitad de los años noventa. En ese lustro sucedieron muchas cosas significativas en mi vida: compré mi primera casa, empecé a trabajar un par de días a la semana en una librería esotérica de la que era cliente habitual además de seguir a tiempo completo en una ONG y conocí al escritor José Antonio Campaña, escritor del libro "Las Semillas de Cristo", en una visita al programa radiofónico nocturno de Miguel Blanco, "Espacio en Blanco", que escuchaba asiduamente desde su inicio allá por 1987.

Tiempo después, José Antonio pasaba por la librería para ver cómo iban las ventas de su libro y trabamos una cierta amistad. Por aquel entonces, José Antonio, su pareja y su hijo vivían en Alpedrete, muy cerca de la localidad en la que estaba situada la librería y pasaba de vez en cuando por allí. En una de sus visitas me propuso hacer una prueba para ver si yo podía ser una de las 'fuentes' para su nuevo libro "El legado de las semillas de Cristo", la secuela que estaba escribiendo de su primer libro, y le dije que ¡Sí, claro!, con mi entusiasmo habitual.

Estuve varias veces en casa de José Antonio, un chalet con un patio precioso, con unas frondosas plantas de la fruta de la pasión cuya flor sugiere en su forma a los clavos de Cristo; muy apropiado, pensaba yo en aquellos momentos. En cada visita, tras comer o cenar, hacíamos una sesión, que no podría llamarse de hipnosis ni de regresión, era más bien una leve sugestión. Consistía en sentarnos ante una mesa, frente a frente, cerrando los ojos y tomándonos de las manos mientras José Antonio recitaba en voz alta un padrenuestro, lo que inevitablemente llevaba a pensar en Jesús; al menos así era en mi caso.

En una de aquellas sesiones, mi mente o mi conciencia, en vez de ir a Egipto como era mi costumbre, o mi querencia, ya que no había ninguna orientación o inducción salvo el padrenuestro, se posicionó en el cuerpo de una mujer que estaba muy cerca de Jesús. Yo veía a Jesús como un ser brillante, es decir, no veía su cara o su cuerpo de la forma habitual sino que veía una bola luminosa (más tarde supe que se puede ver a los seres humanos como bolas luminosas —bendito Castaneda—). Es por eso que no puedo describir los rasgos de Jesús, teniendo en cuenta que cada quien ve la realidad según su nivel de conciencia, o de su nivel espiritual como quiera llamársele, por lo que me alegré mucho de no tener que hacer una descripción física, que me hubiera llevado una eternidad.

Cuando le dije a José Antonio que estaba con Él, en un día soleado, en un gran campo de sembradío en barbecho rodeado de árboles, creo que algarrobos, lleno de personas, cientos, calculé a ojímetro, que esperaban oír sus palabras, me pidió que le dijese que él estaba allí, que Él ya lo conocía y que quería preguntarle si iba a estar con él en el próximo viaje que iba a realizar para promocionar el libro. Me acerqué a Jesús y él me miró, entonces le trasladé mentalmente la pregunta indicada y, cómo explicarlo, pues ni modo, ¡la bola luminosa se echó a reír! Fue una carcajada completamente feliz y desinhibida a la que mi cuerpo físico, sentado a la mesa con J.A., respondió con otra carcajada muy similar. La lógica reacción de José Antonio fue preguntar:

—¿Qué te ha dicho?

Hasta aquí mi experiencia con Jesús. Me reservo algunas cosas por supuesto, pero es cuanto puedo contar. Más tarde, en aquella misma sesión, tras haber perdido la conexión con el Jesús luminoso, José Antonio me indicó que lo buscase de nuevo, a lo que mi mente respondió trasladándose hasta una playa. Era de noche y había una figura humana, ahora sí, sentada, abrazando sus rodillas mirando al mar. Era una figura masculina que mi mente identificó como Jesús, tenía el cabello largo, oscuro y ligeramente ondulado. Me acerqué a Él rodeándole por su izquierda y me lo quedé mirando a la cara por un breve instante. Tenía el rostro hermoso y equilibrado, yo sabía que Él sabía de mi presencia aunque no me mirase directamente. Mi mente se centró en sus ojos ¡Ojos negros! que miraban al horizonte hacia el mar y desprendían una profunda tristeza, puede que fuera nostalgia o soledad. Quise saber qué estaba sintiendo y por qué lo sentía, y mi consciencia entró a través de su ojo izquierdo, traspasándolo como si fuera una partícula de polvo y encontrando en su interior un universo completo, profundo y oscuro como sus ojos.

José Antonio iba preguntándome qué sucedía en mi experiencia y yo le iba relatando cuanto veía, no sin cierta resistencia —pues hubiera deseado completar mi viaje sin interrupciones—: que veía a Jesús por detrás, que miraba al mar, que vestía una túnica oscura, que tenía los ojos negros... —¡Sal de ahí, ese es el Otro! —gruñó José Antonio—. Naturalmente, mi mente se ofuscó y se acabó la magia de la experiencia. No entendí, ni le pregunté el porqué de su reacción, simplemente hice mis suposiciones.

Años más tarde, supe de los dos Jesús a través de Stewart Swerdlow. Ya sabía de su supuesta familia numerosa a través de “Caballo de Troya” de  J.J. Benítez y del libro de “Urantia”. He leído mucho sobre Él de muchos otros autores: Andreas Faber-Kaiser, Christopher Moore, Robert Graves y de muchísimos otros, pero hasta la confirmación del rey Joseph, la cuestión del ‘Jesús doble’ había permanecido en mi mente en un limbo de incertidumbre.

Ahora puedo decir que de algún modo conozco a los dos hermanos: el negro y el blanco, el bueno y el malo, pero no termino de saber por qué el Jesús de los ojos negros debe ser el malo. No vi ni sentí nada malo en Él, a pesar de la advertencia de José Antonio, nada más una tristeza infinita que yo misma siento cuando pienso en la situación de la humanidad.

   
 
¡Ah, y Feliz Apocalipsis!

martes, 18 de agosto de 2020

Feliz Apocalipsis - Viejas Ideas, Nuevas Mentes V


"La tecnología, en común con muchas otras actividades, tiende a evitar los riesgos a los inversores. La incertidumbre es eliminada siempre que resulta posible. Las inversiones de capital siguen esta regla, puesto que la gente prefiere, en general, lo predecible. Pocos reconocen lo destructivo que puede llegar a ser esto, cómo impone severos límites sobre la variabilidad, y hace así a poblaciones enteras fatalmente vulnerables a las impresionantes maneras en que nuestro universo puede arrojar los dados."


"Herejes de Dune", Frank Herbert, 1984

  
     

Reseteo 2.0: los buenos viejos tempos de la alta tecnología y de las altas gentes.

   
   
¡Ah, y Feliz Apocalipsis!

lunes, 17 de agosto de 2020

Feliz Apocalipsis - Viejas Ideas, Nuevas Mentes IV


             

On a dark desert highway
Cool wind in my hair
Warm smell of colitas
Rising up through the air
Up ahead in the distance
I saw a shimmering light
My head grew heavy and my sight grew dim
I had to stop for the night

There she stood in the doorway
I heard the mission bell
And I was thinkin' to myself
This could be heaven or this could be hell
Then she lit up a candle
And she showed me the way
There were voices down the corridor
I thought I heard them say

Welcome to the Hotel California
Such a lovely place (such a lovely place)
Such a lovely face
Plenty of room at the Hotel California
Any time of year (any time of year)
You can find it here

Her mind is Tiffany-twisted
She got the Mercedes Benz, uh
She got a lot of pretty, pretty boys
That she calls friends
How they dance in the courtyard
Sweet summer sweat
Some dance to remember
Some dance to forget

So I called up the Captain
"Please bring me my wine"
He said, "We haven't had that spirit here since 1969"
And still those voices are calling from far away
Wake you up in the middle of the night
Just to hear them say

Welcome to the Hotel California
Such a lovely place (such a lovely place)
Such a lovely face
They livin' it up at the Hotel California
What a nice surprise (what a nice surprise)
Bring your alibis

Mirrors on the ceiling
The pink champagne on ice
And she said, "We are all just prisoners here of our own device"
And in the master's chambers
They gathered for the feast
They stab it with their steely knives
But they just can't kill the beast

Last thing I remember
I was running for the door
I had to find the passage back
To the place I was before
"Relax", said the night man
"We are programmed to receive
You can check out any time you like
But you can never leave"

   
¡Ah, y Feliz Apocalipsis!

domingo, 16 de agosto de 2020

Feliz Apocalipsis - Viejas Ideas, Nuevas Mentes III





¡Toma Dos!

   

"Bill Ryan entrevista a un testigo anónimo, al cual llama "Charles", quien asegura haber trabajado para quienes controlan el mundo. Estos son algunos de los temas que se tocan en la entrevista:

*Cómo Bill Ryan fue abordado por "Charles" porque se estaba convirtiendo en un problema.

* La realidad del plan para configurar un evento falso para encuadrar a los ET's como hostiles.

* Detalles completos, con una lógica desde el punto de vista de los controladores, del plan para reducir la población mundial.

* Confirmación de que la raza humana es un proyecto genético extraterrestre.

* Confirmación de la realidad de los ET's y la realidad de su arte.

* Una declaración de que una nave ET fue derribada deliberadamente después de uno o dos golpes de suerte en la década de 1940.

* Confirmación de la existencia de la base de Marte, y de que estamos listos para salir del sistema solar.

* Confirmación de la existencia de que los triángulos voladores son elaborados por el hombre.

* La existencia del grupo de control como tal, con los detalles de su composición y su modus operandi.

* Confirmación de artefactos en la Luna y la confirmación de que Arthur C. Clarke sabía demasiado.

* Confirmación de que se ha previsto que haya un pico de actividad solar que pueda interferir con los circuitos eléctricos en 2012 o 2013.

* Confirmación de que el sistema solar es un sistema binario (el "Planeta X" es una realidad).

* Mucho más sobre la forma en que se opera el grupo de control, sus objetivos, sus planes y cómo piensan. (Este grupo no son los Illuminati).

Copyright: http://www.projectavalon.net/
Original video: https://www.youtube.com/user/AlphaZebra"

Ver la entrevista completa aquí.

¡Ah, y Feliz Apocalipsis!

miércoles, 12 de agosto de 2020

Feliz Apocalipsis - Viejas Ideas Nuevas Mentes II

   

   


Because you know I'm all about that bass
'Bout that bass, no treble
I'm all about that bass, 'bout that bass, no treble
I'm all about that bass, 'bout that bass, no treble
I'm all about that bass, 'bout that bass
Bass, bass, bass (Bass)

Yeah, it's pretty clear, I ain't no size two
But I can shake it, shake it
Like I'm supposed to do
'Cause I got that boom, boom
That all the boys chase
And all the right junk in all the right places

I seem the magazines workin' that Photoshop
We know that shit ain't real
Come on now, make it stop
If you got beauty, beauty
Just raise 'em up
'Cause every inch of you is perfect
From the bottom to the top

Yeah, my mama
She told me, "Don't worry about your size"
(Shoo-wop-wop, sha-ooh-wop-wop)
She says, "Boys like a little more booty to hold at night"
(That booty, booty, uh, that booty, booty)
And, no, I won't be no stick-figure
Silicone Barbie doll
(Shoo-wop-wop, sha-ooh-wop-wop)
So, if that's what's you're into
Then go ahead and move along

Because you know I'm all about that bass
'Bout that bass, no treble
I'm all about that bass, 'bout that bass, no treble
I'm all about that bass, 'bout that bass, no treble
I'm all about that bass, 'bout that bass

Hey, I'm bringing booty back
Go ahead and tell them skinny bitches that
No, I'm just playing, I know y'all think you're fat
But I'm here to tell ya
Every inch of you is perfect from the bottom to the top

Yeah, my mama
She told me, "Don't worry about your size"
(Shoo-wop-wop, sha-ooh-wop-wop)
She says, "Boys like a little more booty to hold at night"
(That booty, booty, uh, that booty, booty)
And, no, I won't be no stick-figure
Silicone Barbie doll
(Shoo-wop-wop, sha-ooh-wop-wop)
So, if that's what's you're into
Then go ahead and move along

Because you know I'm all about that bass
'Bout that bass, no treble
I'm all about that bass, 'bout that bass, no treble
I'm all about that bass, 'bout that bass, no treble
I'm all about that bass, 'bout that bass

Because you know I'm all about that bass
'Bout that bass, no treble
I said I'm all about that bass, 'bout that bass, no treble
I'm all about that bass, 'bout that bass, no treble
I said I'm all about that bass, 'bout that bass

Because you know I'm all about that bass
'Bout that bass, no treble
I said I'm all about that bass, 'bout that bass, no treble
I'm all about that bass, 'bout that bass, no treble
I said I'm all about that bass, 'bout that bass

'Bout that bass, 'bout that bass (Hey, hey)
Hey, hey, ooh, ooh, ooh
You know you love this bass, ayy


   
¡Ah, y Feliz Apocalipsis!

martes, 11 de agosto de 2020

Feliz Apocalipsis - Viejas Ideas, Nuevas Mentes

      

"Somebody That I Used To Know"


Now and then I think of when we were together
Eros surely hit the apple of mine eye 
I believed thou wert right for me,
but felt so lonely in thy company
But that was love and ‘tis an ache I still remember

One becomes enamoured with a certain kind of sadness
This resignation to the end, ever the end
When we found we could not make amends
Thou declared we would e’er be friends
But I concede that I was fain to be parted

Was there cause to cast me off?
Act as though it never happened and that we were nothing
In sooth I do need thy love
But thou makest me a stranger and that feels so rough
Hadst thou need to stoop so low?
To send a wagon for thy minstrel and refuse my letters
I need no longer write them, though
Now thou art somebody whom I used to know

I lament the many times that thou impugn’d my honour
But maintained it was ever something I had done
No more shall I live that way
Uncertain what thy words bewray
Thou said that if I were to go
I would not find thee pining for somebody whom thou used to know

Was there cause to cast me off?
Act as if it never happened and that we were nothing
I do not even need thy love
But thou makest me stranger and that feels so rough
Hadst thou need to stoop so low
To send a wagon for thy minstrel and refuse my letters
I need no longer write them, though
For now thou art somebody whom I used to know
Now thou art somebody whom I used to know

   

¡Ah, y Feliz Apocalipsis!

lunes, 10 de agosto de 2020

Guía del Autoestopista Espiritual - El Mundo de los Antiguos Videntes Hoy


"Con el permiso del que no tiene nombre, procedo con mi testimonio para que quede asentada toda la verdad.

En cierta ocasión, muy temprano por la mañana, me despertó una llamada telefónica. Era él, y se oía francamente mal. Dijo que estaba hospedado en el hotel Camino Real de la ciudad de México y que se encontraba muy enfermo. Añadió que no había podido dormir en toda la noche, y que solo estaba esperando a que amaneciera para llamarme.

Le pregunté en qué podía ayudarle.

Me respondió que necesitaba con urgencia cierta medicina preparada especialmente para él por un yerbero de un pueblo cercano, y que si yo podía ir a por ella.

Me puse a sus órdenes. Entonces él me dio las coordenadas y el nombre de la persona con quien debía ir a buscar la poción.

En ese punto, hizo un comentario que me pareció extraño, ya que nada tenía que ver con lo que hablábamos:

-Cuando Hernán Cortés llegó a México, ordenó quemar sus naves. Ese fue el acto mágico que le garantizó la victoria. Para él, se trataba de ganar o perecer, no había otra opción. Por lo tanto, hay que tomar en cuenta que cada empresa puede ser la última.

Siguió diciendo que tenía un agudo dolor de estómago y que esas plantas eran lo único en el mundo que podía aliviarlo.

No esperé más. Al colgar el teléfono, ya estaba de camino a Tepoztlán, un pintoresco pueblito pegado a las montañas, a solo una hora de autobús al sur de la ciudad de México. Mi intención era regresar con la encomienda tan pronto me fura posible, a fin de ayudar a Carlos con su dolor.

Hoy, desde la perspectiva que tengo después de tantos años, comprendo lo que él quiso decir con eso de que cada empresa puede ser la última.

Al descender del autobús, me dirigí directamente al mercado. Mientras caminaba calle abajo, no pude dejar de maravillarme por lo hermoso del paisaje. Allá arriba, encaramada en lo alto del cerro, se veía la pirámide de Tepozteco.

Era un día soleado y solo me tomó unos minutos recorrer el camino hasta el centro del pueblo. Ya en el mercado, busqué la sección de hierbas y pregunté por el nombre de don Eladio. Nadie pareció saber de él, o tal vez no querían responder a mis preguntas.

Me quedé ahí parado sin saber qué hacer, hasta que un señor de mediana edad y facciones indígenas, vestido de blanco, con sombrero de paja y huaraches, me preguntó qué se me ofrecía.

Le respondí que buscaba a don Eladio, el yerbero, y que venía de parte del señor José Cortés. Su cara se iluminó; con una gran sonrisa, me extendió la mano para saludarme y me dijo que él era Eladio Zamora, y que estaba a mis órdenes.

Le comenté que venía a por la medicina que le habían encargado.

Pareció no saber de qué hablaba yo, pero cuando le dije que el señor José Cortés estaba sufriendo de un fuerte dolor de estómago, reaccionó como si recordase algo. En forma dramática me dijo que ya sabía de qué se trataba, pero que, desafortunadamente, no había podido ir a por la hierba en cuestión, por lo cual no la tenía disponible en aquel momento para preparar el brebaje.

Me alarmé, pues sabía muy bien lo que pasaba con aquellos que fallan en alguna tarea que les encomendase Carlos Castaneda: sencillamente, eran desechados.

Pregunté a don Eladio si había alguna forma de conseguir la planta en otra parte. Denegó con la cabeza:

-Es inútil que la busques, nadie la vende por aquí.

Insistí en que debía haber algún lugar donde pudiese encontrarla.

Observando mi desespero, me dijo que en ese momento no podía ir a por ella, pero, tal vez si yo regresaba el fin de semana…

Me puse muy nervioso y le dije que si él me describía  cómo era la planta y dónde crecía, yo estaba dispuesto a ir a buscarla por mi cuenta para que él preparase la medicina.

Al ver mi determinación, don Eladio accedió y me advirtió que llegar hasta el sitio donde crecía esa planta era cansado y peligroso.

-Estoy dispuesto a todo –le repliqué-.

Él pareció apreciar mis palabras, porque trajo un viejo libro de botánica y, después de rebuscar entre sus páginas, me mostró un dibujo de una planta. Afirmó que el único lugar de por allá donde crecía, era una cañada entre unos cerros, y me explicó cómo llegar.

Calculé unas dos horas hasta allá, así que me despedí de inmediato y me puse en camino.

La belleza de aquellos parajes es inmensa. Me llenaba de júbilo pensar que por aquellas yermas veredas alguna vez transitaron guerreros de otros tiempos.

El cerro estaba más lejos de lo que parecía. Cuando llegué a la cañada, me adentré como pude por en medio de las altas hierbas que proliferaban por allí. El lugar en cuestión está formado por la unión de dos cerros, donde el agua de las lluvias pasadas se queda acumulada en diversas pozas y fluye en forma lenta y perezosa.

Busqué durante largo rato. Por fin encontré la planta, pero, mientras estaba recogiéndola, sentí un fuerte golpe en la cabeza y perdí los sentidos.


Me despertó un penetrante olor. Estaba tendido en un petate, sobre un montón de hierbas. Miré alrededor y descubrí que me encontraba en una rústica cabaña. El suelo era de tierra apisonada y el techo, de tejas sostenidas por vigas de madera oscurecidas por el humo.


Cerca del horno de barro donde estaba el fuego, estaba una anciana de atuendo indio. Me llamó la atención que su piel fuera blanca. Al verme despierto, sonrió y dijo:

-¡Arre! ¡Bienvenido de regreso al mundo de los vivos! Por un momento creí que ya te había cargado la chingada.

No supe qué decir. Quise moverme y sentí un dolor lacerante en la cabeza; me dolía todo el cuerpo. La anciana se apresuró a acercarse a mí y, con voz de urgencia, me ordenó que no me moviera, ya que yo estaba vivo de milagro.

Por el dolor que sentía, pude percibir lo grave de mi condición e hice lo que ella me indicaba.

Le pregunté qué era lo que me había pasado.

Respondió que no sabía; creía que yo había sido atacado por salteadores que me habían apaleado y dejado por muerto en el cerro. Señalando la vestimenta que yo llevaba, me dijo que yo estaba desnudo cuando ella me encontró. En ese momento me di cuenta de que yo vestía una bata blanca con bordados de colibríes, al estilo de las mujeres indígenas.

La anciana se presentó. Me dijo que se llamaba Silvia Magdalena, que se dedicaba a la herbolaria y que estaba curando mis heridas.

Comentó que fue solo un golpe de suerte el que ella me hubiese encontrado en su camino, ahí tirado, desangrado y casi muerto. Añadió que yo llevaba ya tres días inconsciente y que en un par de días más podría levantarme.

Sus palabras me sobresaltaron. De nuevo quise incorporarme, pero me hallaba tan débil que volví a caer en el petate. Le confesé mi asombro por todo lo que me contaba y, en tono de lamento, le conté que había ido  hasta ese lugar en busca de unas hierbas para un amigo, pero que había fallado en mi tarea, por lo que de seguro ya no volvería a verlo.

Al escuchar mi queja ella se echó a reír. Yo no entendí por qué lo hacía.

Viendo mi expresión de desconcierto, me dijo:

-¡No me hagas caso! Soy dada a las explosiones de risa.

Los días que siguieron fueron los más extraños de mi vida. Pude observar cómo doña Silvia curaba diariamente a pacientes que se aquejaban de toda clase de males. Cuando me sentí un poco mejor de mis heridas, ella incluso me solicitó que le ayudase. De esa forma, sin darme cuenta, me inicié en el curanderismo.

Con el paso del tiempo, aprendí todo lo relativo al arte. Me enseñó a limpiar la energía de la gente, a hacer curaciones para diversos tipos de males, así como mucho de quiropráctica y una inmensidad de recetas de té.

Pronto comprendí que doña Silvia Magdalena era una bruja y que me había tomado como su discípulo. El solo hecho de estar con ella era para mí un verdadero deleite, ya que su humor y teatralidad en cada cosa que hacía eran magníficos, y me recordaban a las descripciones que hacía Carlos de sus maestros.

Pasé casi tres meses en aquel petate. La parte más difícil fue al comienzo, cuando todavía no podía moverme y tenían que venir algunos ayudantes para llevarme hasta el baño. Lo que empeoraba aún más la situación era que el baño estaba fuera de la casa.

Un día, cuando ya estaba mucho mejor, doña Silvia me dijo que en la próxima luna habría una ceremonia de iniciación para mí. Yo ya había aprendido mucho de su mundo y acepté la invitación como un verdadero honor.

Agregó:

-Lo único que me queda por contarte es que aquellos que participan de estas ceremonias son cambiados para siempre y jamás vuelven a ser los mismos, ya que no hay regreso a lo de antes.

Como de costumbre, no entendí a qué se refería, pues la mujer estaba llena de frases raras.

Eran más o menos las nueve de la noche cuando me pidió que la acompañara. Caminamos en la oscuridad por cerca de una hora, hasta que llegamos a un sitio donde había una fogata con personas a su alrededor. Cuando nos acercamos, ella me indicó que me sentara en una piedra que había por allí.

El sitio de la reunión estaba cerca de una cascada; yo podía oír su estruendo al caer, así como sentir un poco del aire húmedo que llegaba hasta donde estábamos.

El fuego daba luz suficiente como para ver a los demás participantes. Era un grupo de unas quince personas, la mayoría jóvenes, aunque había algunos viejos de aproximadamente la edad de doña Silvia. Me sentí un poco incómodo y apartado, pues parecía que yo era el único nuevo allí.

Yo nunca había estado en una ceremonia de ese tipo y no sabía cómo proceder ni qué era lo que nos esperaba; eso me llenaba de aprehensión. Los participantes cantaban solemnemente algo que no pude entender, pero que me llenaba de un indefinido sentimiento de añoranza.

Después de un rato de esperar, salió de la oscuridad un hombre vestido con el cuero de un coyote y se aproximó al fuego, bailando de forma extraña. Traía la cabeza del animal como máscara, de modo que no se le podía ver la cara. Por sus modales y forma de moverse, comprendí de inmediato que se trataba de un brujo.

Sin decir palabra, el hombre vino a mí. Con un gesto muy hábil agarró mi mano izquierda y la pasó por debajo de su brazo, dándome la espalda. Sentí un agudo dolor entre mis dedos y quise retraer mi brazo, pero él lo tenía fuertemente sujeto. Cuando me soltó, noté que me había hecho una cortada entre el dedo medio y el anular, por donde la sangre manaba libremente. Me conmocioné; hubiera salido corriendo de allí, de no ser porque el terror me paralizaba.

Entonces el brujo apretó mi mano para sacar todavía más sangre y vertió un poco sobre la tierra, otro tanto sobre el fuego y lo demás en una vasija de barro.

A continuación, me ordenó que me incorporara, me desvistiera y mantuviera los ojos cerrados. Había tal fuerza y autoridad en sus palabras, que hice como él me dijo.

Durante largo rato, el brujo rezó y cantó a mi alrededor. Sentí que me soplaba y pasaba hierbas de fragantes olores por todo mi cuerpo. Después, me limpió con el fuego de una antorcha o algo así.

En cierto momento, sentí que me vertía una sustancia caliente y viscosa sobre mi cabeza. Mi curiosidad era grande, pero no atreví a mirar por no desobedecerlo.

Finalmente, me ordenó abrir los ojos. Quedé chocado, ¡mi cuerpo estaba cubierto de sangre! En una roca frente a mí, vi el cuerpo de decapitado de un pequeño chivo negro. Quise protestar, pero la solemnidad de la ocasión me lo impidió.

Después me ordenaron que fuera a lavarme. Así lo hice; caminé desnudo frente a todos y me dirigí hacia la cascada. El agua estaba fría, pero mi cuerpo quemaba de calor y la sentí muy agradable mientras limpiaba la sangre que me pintaba de rojo.

Al salir de allí, alguien me esperaba con una toalla para que me secara. Me dieron mi ropa y me vestí, aún aturdido por los inesperados sucesos. Luego regresé a tomar mi lugar junto al fuego.

Apenas me senté, los reunidos en el círculo empezaron a pasar unos canastos llenos de botones de peyote. Cada cual tomaba un botón y pasaba el canasto hacia la izquierda. Pensé en rehusarlo, pero no había caso; yo había tomado mi decisión, así que me dije: ¿ya qué más da?, y me entregué a participar en forma gozosa de la ceremonia.

Durante la mayor parte de la noche estuvimos comiendo peyote y cantando. En cierto momento, cuando ya estaba bajo el efecto de la planta, el brujo se acercó, se detuvo ante mí y se quitó la máscara. Casi me desmayo del susto ¡hubiera jurado que era el mismo fantasma que había visto en la cripta de la catedral de México!

Un escalofrío recorrió mi espalda y quise gritar, pero el brujo me habló con una voz rara, así como áspera o seca de alguna forma. Me dijo que su nombre era Melchor Ramos y que yo era bienvenido entre ellos.

No supe qué responder; sólo asentí con la cabeza.

Yo estaba en un estado de conciencia muy especial y la claridad que disfrutaba entonces no era la acostumbrada en mi vida cotidiana.

Ya entrada la madrugada, los ayudantes hicieron una enorme espiral con las brasas de la fogata. Don Melchor vino hasta mí y me dijo que yo debía mirar la espiral hasta que Xolostoc (el diablo) se me revelara.

Con creciente aprehensión, hice lo que me ordenó, diciéndome para mis adentros que todo esto era mero simbolismo. Pero después de un momento de mirar mesméricamente hacia las brasas, terminé por marearme y me sentí caer por un túnel hacia una negrura total, donde ya no me reconocí como yo mismo.

Desde esa vez, jamás volví al mundo del cual vine. Ahora entiendo todo lo que me ha pasado, y agradezco a mi espléndida buena suerte el haber sido puesto en el camino de estos seres magníficos que son mi maestra y mi benefactor."

FIN

"Encuentros con el nagual. Conversaciones con Carlos Castaneda", Armando Torres, 2002