Yo soy la ve, no la que ejecuta tu mal. La que te avisa de la iniquidad de quien con agujas atraviesa tu corazón y te quiebra el cuello con saña, de quien te cela y te odia y estorba a tu libertad. Comparto el destino de Casandra: te amo y me amas, pero entre nosotros se interpone la incomprensión. Observo a través del velo que enturbia tu vida, pero no puedo hablarte, pues te arrebataría la oportunidad de descubrir el subterfugio por ti mismo; el caballo de Troya que espera a tus puertas. No formularé profecías que jamás entenderás.
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