Se avecina tempestad en lontananza
Esconderé mis huesos en la parroquia
Cubriré mis úlceras con rígidos mantos
Oraré al Dios degenerado que encarroña las esperanzas
Pues la Diosa de la guerra ganará, y hará chanzas.
Se avecina tempestad en lontananza
Esconderé mis huesos en la parroquia
Cubriré mis úlceras con rígidos mantos
Oraré al Dios degenerado que encarroña las esperanzas
Pues la Diosa de la guerra ganará, y hará chanzas.
He buscado tantas veces
El otro punto de vista
Ponerme en sus zapatos
Estar en segundo plano
Sacrificarme, no molestar
Que se ha vuelto cotidiano
Y aunque me sangran los ojos
He adquirido la habilidad
De ver hacia el otro lado
El fondo, las estructuras
Que ahora me preguntan
Me piden consejo
Se admiran, barruntan
Y creen que nací así
Un refugio para necios
El oráculo de los locos
Y no saben que conecto
Con la fuente de todo
Y que un día, vestido de cuervo
Me oirán decir: nunca más.
Les deseo un próspero y saludable Año del Gato.
On a morning from a Bogart movie
In a country where they turn back time
You go strolling through the crowd like Peter Lorre
Contemplating a crime
She comes out of the sun in a silk dress running
Like a watercolor in the rain
Don't bother asking for explanations
She'll just tell you that she came
In the year of the cat
She doesn't give you time for questions
As she locks up your arm in hers
And you follow 'till your sense of which direction
Completely disappears
By the blue tiled walls near the market stalls
There's a hidden door she leads you to
These days, she says, I feel my life
Just like a river running through
The year of the cat
While she looks at you so cooly
And her eyes shine like the moon in the sea
She comes in incense and patchouli
So you take her, to find what's waiting inside
The year of the cat
Well morning comes and you're still with her
And the bus and the tourists are gone
And you've thrown away your choice you've lost your ticket
So you have to stay on
But the drum-beat strains of the night remain
In the rhythm of the new-born day
You know sometime you're bound to leave her
But for now you're going to stay
In the year of the cat
Year of the cat
Transito por el lodo del engaño
Sirvo a un Dios extraño y manipulador
Me siento culpable, esa es la clave de su dominación
El Señor de las Decepciones vive en los escombros de mi desesperación
No hay luz al final del túnel, solo el resplandor de una ciudad de ruinas
Infestada de sueños rotos, de llantos y de amores perdidos
De gente que no quiso ser amada pues esperaba la perfección
De rencorosos que alquilan habitaciones a fantasmas
De inútiles que creyeron en la adulación
La Luna está llena de selenitas
De abortos y disfraces de ocasión
Siempre hay sitio para los impedidos
Para lisiados emocionales incapaces de escoger
Entre lo salvaje y la domesticación
Con la losa de la duda a la espalda
Esclavos fieles a su perversión
Pescando tranquilos en aguas infectas
Sacando provecho de algún inferior
Reyes tuertos de quienes no quieren ver
Aventajados, ladinos, tramposos
Muñendo en su parcelita de Purgatorio
Las medias tintas nos vienen bien
Malviviendo en la incertidumbre
Sin decidirse a continuar
Sometidos, drogados, enfermos
Aburridos, sedados, amorfos
Turbios, borrosos, imprecisos
Cansados, temerosos de cambiar
Esperando siempre el desastre
La demolición del suelo a nuestros pies
La Luna, reina triste de los sueños rotos
Tiene mucho que ofrecer.
Yo soy la ve, no la que ejecuta tu mal. La que te avisa de la iniquidad de quien con agujas atraviesa tu corazón y te quiebra el cuello con saña, de quien te cela y te odia y estorba a tu libertad. Comparto el destino de Casandra: te amo y me amas, pero entre nosotros se interpone la incomprensión. Observo a través del velo que enturbia tu vida, pero no puedo hablarte, pues te arrebataría la oportunidad de descubrir el subterfugio por ti mismo; el caballo de Troya que espera a tus puertas. No formularé profecías que jamás entenderás.
Qué mal se me da la vida
Qué inepto para el amor
A pesar de mi torpeza
¿Me harás un lugar en tu corazón?
Aprendiste más de la vida que de
los libros. Y la vida te enseñó a tener miedo, miedo de todo, hasta de ti
mismo. Por las críticas. Por las opiniones de quienes no te quisieron conocer. Los
que te desarmaron con sus juicios y te dejaron pensado cómo es posible que
estén tan seguros de sí mismos. E imaginas que un día se atragantarán con su propio
veneno y sus lenguas se retorcerán con la ponzoña que supuran.
Pero eso jamás se ha visto. Hay personas que viven encadenadas a su propio discurso como los hay que mueren de espanto al
comprender que se han quedado sin tiempo: que solo les queda un minuto.
Que se perdieron mirando a otro lado en vez de a sí mismos. Actores
de una tragedia, dioses venidos a menos, nadies desorientados en un bosque
de sombras, entre ideas de amores, mentiras y compromisos.
Te estrujas a ver si te queda
coraje, las últimas fuerzas que te permitan componer un reclamo intrigante, un
truco para llamar su atención y dejarles un recuerdo perenne en lugar del vacío
en que te has convertido. Pero estás ensimismado en el sentimentalismo del
funeral. No eres más que un abismo. Te han puesto el traje negro de la
invisibilidad. Adiós, para siempre esta vez. Un Padrenuestro, un Amén y al hoyo…
Dejaste de tener influencia en el mundo; el olvido.
En lo que te queda de muerte,
rememorarás, mil veces y más, el Juicio.