"...Empezaré por decirte que un maestro nunca busca aprendices
y nadie puede solicitar las enseñanzas -dijo-. Lo que señala al aprendiz es
siempre un augurio. El guerrero que esté en la posición de volverse maestro
debe andar siempre despierto para así agarrar su centímetro cúbico de suerte. Yo
te vi justo antes de que nos presentaran; tenías un tonal en buen estado, como
aquella muchacha que encontramos en México. Después de verte aguardé, tal
como hicimos con la muchacha aquella noche en el parque. La muchacha pasó sin
prestarnos atención. Pero a ti te trajo hasta donde yo estaba un hombre que
salió corriendo después de decir babosadas. Tú te quedaste allí frente a mí,
también diciendo babosadas. Supe que debía actuar con rapidez y engancharte; tú
mismo habrías tenido que hacer algo por el estilo si aquella muchacha te
hubiera hablado. Lo que hice fue agarrarte con mi voluntad."
“Relatos de poder”, Carlos Castaneda, 1974
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