“El mayor desafío al que se ha enfrentado
mi pueblo ha sido oler y saborear las palabras y creencias del hombre blanco y
luego escupirlas sin juzgar ni ofender a quienes las defienden. Ya quedan pocos
aborígenes, y cada año van quedando menos, a medida que las tribus se ven
forzadas a abandonar sus tierras para someterse a las costumbres del hombre
blanco si no quieren perecer. En verdad, no me refiero al hombre blanco. Debo
corregir mis palabras, pues el color de la piel no tiene importancia alguna. Es
su mentalidad y su forma de vida, la sustitución de las leyes originales por
otros valores, lo que ha producido mutaciones en los seres humanos. Hay
mutantes de todos los colores.”
[…] “En el mundo mutante existe la ley de la
religión. Estoy segura de que te resulta familiar. Pues bien, uno de los
preceptos de esa ley dice «No matarás». El mensaje es muy claro, y sin embargo
los mutantes siguen matándose unos a otros, en las guerras, en las carreteras,
en los experimentos de medicina, en defensa de sus posesiones o de su propia
vida, por odio o por venganza. La interpretación de un mandato tan sencillo
como «no matarás» se tergiversa para justificar la forma de actuar de una
persona en determinadas circunstancias. Eso puede ser lo correcto si una
sociedad así lo decide, pero en verdad esa ley encierra una orden muy clara.
Ese «No matarás» quiere decir literalmente «¡No puedes matar a nadie!».”
[…] “Mi pueblo se
hace llamar "Karoon", que se podría traducir como "los primeros",
"los originales", "los puros", "los reales" o
"los que piensan en unidad". A mí me gusta llamarnos la tribu de los
Auténticos. Para referirnos a la sociedad de tipo occidental, hablamos de
"los cambiados", "los que ya no piensan en unidad",
"los alterados" o "los mutantes" —Benala descubrió su
blanca dentadura y añadió entre risas—: Y esto que te digo no es una opinión,
sino una observación.”
[…] “Si lo
traducimos al lenguaje de los mutantes, estaríamos hablando de un "libro
de cuentas la Eternidad". En sus páginas habría una entrada que indicaría
cuántos segundos hemos vivido realmente, y un desglose en el que se computarían
cuántos de esos segundos hemos vivido en paz, satisfechos, a gusto con nosotros
mismos —como ocurre cuando ayudamos a otra persona—, y cuántos segundos hemos
dedicado al placer de la risa o de la música. En el libro quedaría también
registrado el número de veces, a lo largo de nuestro centenar aproximado de
años de vida, en que nos hemos enfadado y hemos elegido permanecer enfadados, o
hemos sentido odio y hemos alimentado ese sentimiento.”
“Cada palabra
que pronunciamos se diluye en el vaho y jamás puede recuperarse. Podemos decir
"lo siento", pero eso no anula el efecto de la energía que hemos
liberado. Las intenciones son energía, las acciones son energía. Sin embargo,
una persona puede actuar de una forma y ocultar en su interior una intención
distinta. Todas las formas de conciencia humana son acumulativas y generan
atmósferas colectivas. Hoy día, la Madre Tierra se halla envuelta en un halo
tan denso y cargado de energía negativa que, en algunos lugares, las personas
respiran y se alimentan de los pensamientos de victimismo colectivo y llenan el
vacío que crean con más de lo mismo. También existe una aureola que se
desarrolló a partir de planteamientos y acciones basados en la premisa "yo
primero, lo demás no importan". La cuestión es conseguir lo que se desea a
toda costa. Movido por este tipo de razonamientos, el hombre ha puesto todas
sus energías en el afán de inventar, de sacar provecho a todo, sin detenerse a
pensar en la vida del mañana, ni en si habrá posibilidad de vida mañana. Los
espíritus de los recién nacidos y de los niños son fuerzas tan positivas que,
ahora, muchos de ellos vienen a la tierra para quedarse tan sólo un breve
período de tiempo y poner toda su energía en el intento de compensar —y
eventualmente eliminar— la energía negativa.”
[…] “Pero, en
última instancia, es la Sagrada Unidad quien decide. ¿Acaso no saben los
mutantes que no pueden impedir que sople el viento, que resuenen los truenos,
que broten las flores o que la fruta caiga de los árboles? ¿Cómo se puede
cosechar hoy la fruta de mañana? ¿Cómo se puede saber lo que el mundo tiene en
reserva para el futuro? —Los mutantes no creen que el mundo tenga nada en
reserva para el día de mañana. Ellos son los encargados de controlar el mundo.
Creen que los humanos son la única forma de inteligencia del planeta, y que las
personas pueden hacer todo lo que les plazca. Según ellos, el mundo le fue
concedido al hombre para que lo utilice de la forma que más le convenga. —¿Que
los humanos son la única forma de inteligencia en el planeta? ¿Y cómo llaman
entonces al habla y al pensamiento de los delfines y las ballenas? —Por no
hablar de los lobos, los loros o los chimpancés —añadió Benala—. En el mundo
hay un gran número de animales dotados de gran inteligencia, pero los mutantes
no creen que estas criaturas puedan desarrollarse y alcanzar la superación de
su actual fase evolutiva. Según ellos, los animales no tienen mucho que
ofrecer. Realmente creen que están hechos para ser dominados.”
Extractos del libro "Mensaje desde la eternidad", Marlo Morgan, 1999