El mundo, la realidad en la que vivimos, es creado y sostenido por el acuerdo de nuestras mentes. Nuestra mente repite sin cuestionamientos lo único que se le ha enseñado a hacer mediante la educación -más bien domesticación o amaestramiento- y la repetición generacional y cultural de un único patrón.
La mente cree que está haciendo lo correcto y desconoce
que es prisionera. No sabe que tiene un abanico de posibilidades, casi, infinitas en
cuanto a lo que puede imaginar y crear. Tiene pánico a quedarse sin un amo que la guíe, aunque
sepa que éste es despiadado e implacable y que la llevará sin ninguna duda a su
destrucción y la enfrentará a las experiencias más horrendas.
Para escapar de la prisión y avanzar no es necesario destruir sino que debemos crear
aquello a lo que aspiramos. El truco está en dejar de alimentar a la Bestia de la Costumbre. Si no le concedemos nuestra atención a las cosas
ordinarias, a aquello que nos embrutece, a lo que nos es cómodo y rutinario y la enfocamos en una realidad alternativa, libre, benéfica,
pacífica y amorosa; ésta aparecerá como por arte de magia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario