miércoles, 15 de abril de 2020

Guía del autoestopista espiritual - De los egrégora


Egregor” [Del griego Egregoroi] significa velar. Egrégora también proviene del mismo término y designa la fuerza generada por la suma de las energías físicas, emocionales y mentales de dos o más personas cuando se reúnen con cualquier finalidad.


░░▒▓ Cosecha sangrienta ▓▒░░


Chen abrió los ojos lentamente y miró a su izquierda en busca del reloj. Debía darse prisa si quería llegar a su cita con el médico ya que el personal sanitario sólo se desplazaba a aquella remota zona de Ningxiá una vez al mes, y no quería ser de los últimos en la larguísima fila de gente con problemas. Extrañamente, se sentía ligero como una pluma y sus articulaciones habían dejado de molestarle. Impulsó sus piernas hacia el suelo pero no llegó a tocarlo. Alucinado, comprendió que aquella no era su casa, que flotaba en el aire de un lugar extraño y que, de alguna manera, había salido fuera de su cuerpo.

Miró hacia abajo desde aquella nueva perspectiva y pudo verse a sí mismo tumbado en una camilla, atado de pies y manos con unas toscas correas de cuero. Tenía en ambos brazos un tubo de plástico conectado a sus venas. De uno de aquellos tubos fluía hacia su cuerpo un líquido transparente que lo alimentaba: suero, supuso, y del otro brazo salía, le pareció más bien que manaba, su sangre hacia un contenedor, cuya etiqueta no supo descifrar pues estaba escrita en otro idioma: inglés, extrapoló.

Una fuerza sutil pero irresistible tiró de él hacia arriba, Chen no pensaba racionalmente y dejó que su curiosidad se impusiera al miedo dejándose arrastrar dócilmente. La vista panorámica de una enorme nave industrial, dividida en cinco zonas, apareció ante sus ojos. Colgado de forma provisional y chapucera sobre cada una de las zonas, había un cartel metálico con una letra y un símbolo que advertía de la diferencia entre las personas que ocupaban las camillas, todas exactamente iguales a la suya, individuales y con ruedas como las de los hospitales. Chen disfrutó por un breve instante de su nueva libertad planeando a voluntad por aquel espacio. Se acercó a curiosear a las otras camillas mirando los rostros de sus ocupantes, la mayoría parecían dormidos, desmayados o quizás muertos, pensó, no sin cierta tristeza. Incluso los que estaban despiertos, tenían la mirada turbia y perdida precursora de su inminente final.

Unas risotadas intempestivas sacaron a Chen de sus cavilaciones. Observó durante un momento a los dos hombres que entraban en la nave y que parecían estar al cuidado de aquel extraño hospital. Iban, de camilla en camilla, realizando su macabra rutina. Recogían y ordenaban en un carro los contenedores plásticos llenos, mientras arrastraban un enorme contenedor metálico en el que tiraban sin ningún miramiento a quienes ya no tenían ni una gota más del rojo fluido que ofrecer.

Un odio visceral nació en sus entrañas.

Alrededor de las cabezas de los hombres empezó a flotar un humo rojizo, oscuro y denso, parecido a un enjambre de moscas enfurecidas. Cambiaba espasmódicamente de forma y, a veces, los cubría por completo. Aquella cosa parecía estar hecha de algo vivo, maligno y consciente y tenía la capacidad de absorber la luz y el calor. En su presencia, el aire de la nave se volvió denso y frío: aire muerto, reflexionó Chen y sintió que su alma se abrasaba con el fuego de la ira. El humo se revolvió como el trallazo de un látigo y miró sin ojos hacia Chen y con otro rapidísimo movimiento, voló hacia él encarándolo, lo envolvió y se apoderó del resto de su vida.

El Egrégor degustó con deleite el odio y la furia de Chen y los incorporó a la recién nacida criatura.

04/13/2014 - The Guardian. Internacional. China.

“Esta madrugada se ha desmantelado una red de tráfico de sangre en una localidad del interior de China. La policía local de Ningxiá ha acudido a un polígono industrial por las denuncias de malos olores, hallando los cadáveres de 81 personas en avanzado estado de descomposición. Las investigaciones han llevado a la policía hasta el puerto de Shangai, donde se ha incautado de dos contenedores marítimos con cientos de cubitainer de sangre perfectamente etiquetados por grupo y factor RH. Los contenedores estaban destinados al mercado estadounidense, donde la legislación permite el comercio de sangre y sus derivados. Las organizaciones Human Rights Watch y Amnistía Internacional aseguran haber denunciado en repetidas ocasiones el tráfico internacional de sangre entre China y EE.UU. y reclaman una investigación en profundidad.”



 ░▒▓ Cosecha sangrienta - Conexión Barcelona ▓▒░░


El estibador del turno de noche encendió un cigarrillo y se distrajo mirando las volutas de humo caracolear contra el fondo plateado de la luna. Estaba algo ansioso pues le habían encargado hacer su primera “entrega especial”. Con un silbido, el conductor de la cabeza tractora le obligó a concentrarse en la tarea de anclar el contenedor al tráiler. Al finalizar, el estibador levantó una mano e hizo la señal que indicaría al conductor que ya podía arrancar e irse. La ronda de vigilancia pasaría en unos minutos por aquella zona del puerto y todo debía parecer en orden. El funcionario que había franqueado el acceso al tráiler cerró la verja electrónica inmediatamente después del paso del camión. El contenedor había desaparecido del puerto sin dejar rastro en los libros de inventario.

La misteriosa carga se dirigía a la Hemoglobal Company INC.

La ruta de cincuenta minutos hacia los laboratorios estaba despejada a esas horas de la madrugada. El conductor encendió la radio y buscó su programa de misterio favorito para amenizar el trayecto, la carretera absorbía toda su atención y apenas ponía interés en la carga y sólo le echaba un vistazo cuando miraba de tanto en tanto por el retrovisor. Miró al espejo una vez más, pero esta vez tuvo la impresión de que el contendor respiraba…, pero eso no podía ser, los contenedores metálicos no respiran, se convenció, mientras volvía a mirar al espejo. Aquella desasosegante impresión aumentaba si le prestaba atención y su enloquecida imaginación se desbordó y le convenció de que el contenedor transportaba algo vivo, orgánico, alguna bestia con no muy buenas intenciones.

Apagó la radio y pisó el acelerador; quería librarse de aquella carga cuanto antes.

La Hemoglobal Company INC era un gigante norteamericano de la producción y distribución de hemoderivados: cotizaba en el índice NASDAQ, tenía importantes contratos firmados con el ejército norteamericano y con Cruz Roja Internacional y decenas de delegaciones alrededor del mundo. En el negocio de la sangre, sus técnicas punteras en investigación con hemoderivados, en química analítica y de soluciones electrolíticas, habían colocado a la Hemoglobal Company INC como líder mundial del sector.

Tres personas esperaban el contenedor en el muelle. Lo descargaron con precisión militar y distribuyeron los cubitainer a las áreas indicadas en el planning: sala A: desfragmentadores plasmáticos, sala B: analizadores automáticos, sala C: fraccionadores de proteínas, sala D: procesadores de inactivación vírica, sala E: purificadores… Cuando los contenedores plásticos llegaron a la Sala de desfragmentadores, el personal ya había puesto en marcha las máquinas y el leve zumbido que emitían inundaba la estancia. Se repartieron el trabajo de la forma habitual: unos cargaron los equipos con la sangre mientras los otros se hacían cargo del control de la temperatura y la saturación de fluidos.

Ni el observador más avispado hubiera podido ver el oscuro humo rojizo que brotaba de los cubitainer que acababan de vaciar, el ser que habitaba la sangre actuaba en la realidad sin pertenecer enteramente a ella.

Finalmente liberado, el humo se expandió y se contrajo espasmódicamente varias veces, palpitó y cambió de forma violentamente y por último se estabilizó. Ahora flotaba sobre las cabezas del personal, filtrándose insidiosamente a través de sus fosas nasales, oídos y bocas. Los técnicos no eran capaces de expresarse ni de razonar, algo les había extraído el calor corporal y el anhelo de la luz, que jamás volverían a ver, les dibujó enormes pupilas negras en los ojos. Cayeron todos al suelo, casi al unísono, desmadejados, como muñecos de trapo en una siniestra coreografía. El aterrador humo salió de los cuerpos inertes ahora más grande, más fuerte y más oscuro que nunca y volvió a infiltrarse en el líquido que constituía su hogar.

La muerte de los seis técnicos de la Hemoglobal Company INC no trascendió a los medios de comunicación convencionales. Aunque se realizaron dos investigaciones, una por parte de la propia compañía y otra por parte de una delegación de Fort Detrick, no se había llegado a una conclusión satisfactoria. Los hechos se archivaron como ‘pendiente de resolución’ y ‘cold case’ respectivamente. Los familiares de los técnicos de guardia muertos en el turno de noche, fueron ‘informados’ de que había sucedido "un trágico accidente con la instalación del gas" y fueron convenientemente indemnizados, garantizando así su silencio. Una vez sustituidas las personas que conformaban el equipo perdido de la delegación de Barcelona, todo continuó con la rutina habitual.

El piloto del C-130J Super Hercules, un experimentado comandante de la USAF, no veía el momento de aterrizar y deshacerse de aquel maldito cargamento de plasma para el hospital de campaña de Kandahar. Durante todo el trayecto había tenido la impresión de que el cargamento estaba vivo, de que lo observaba y que respiraba…

Ahíto de nueva energía el humo rojizo palpitaba. Bullía en él el deseo de prevalecer, de depredar, de crecer y reproducirse. Las mentes deformadas por el dolor que lo conformaban se revolvían inquietas. Emitió un alarido horrísono cuando aquel dolor de fuego lo invadió y su viscosidad etérea se rasgó para engendrar otro ente igual a él. La  mitosis había concluido y ahora había un nuevo egrégor, otro Príncipe de las Almas, para habitar el País de las Pesadillas.


20 Pequeñas y extrañas historias”, Morrigang, 2014


2 comentarios:

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