lunes, 11 de enero de 2021

Guía del Autoestopista Espiritual - De la Muerte

 

»Estamos dentro de la caja, la caja lo contiene todo y, dentro de la caja hay otra caja: ‘ad infinitum, ad nauseam’,  oh, oh […] Trabajo todo el día y me emborracho por la noche, a las cuatro me despierto en medio de una oscuridad insondable, saldrá dentro de poco luz de entre las cortinas, veo entre tanto lo que siempre ha estado ahí: la infatigable muerte. La mente se queda en blanco ante el destello. No por los remordimientos, el bien que no se ha hecho, el amor no dado, el tiempo malgastado, sino por el vacío total y eterno. La segura extinción hacia la que viajamos y en la que nos perdemos para siempre. No estar aquí, ni estar en ningún otro sitio, y pronto, nada hay más terrible ni más cierto. Es una forma singular de tener miedo que ningún truco disipa. La religión solía intentarlo con ese inmenso y armónico brocado apolillado que se creó para hacernos creer que no moriremos. También está esa cosa ilusoria que dice que ningún ser racional teme lo que no siente, sin reparar en que ese es justo nuestro temor: no ver, no oír, no tocar, no sentir, no saborear, no oler, nada en qué pensar, ni que amar, ni con lo que identificarnos. La anestesia de la que nadie vuelve en sí. Y así, este desasosiego se queda en el límite de lo visible, una pequeña mácula, un escalofrío permanente que desacelera cada impulso hasta la indecisión.

»Muchas cosas no sucederán, pero esta; sí.

"DEVS", capítulo 7, discurso de Stewart 


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