El fascismo ha evolucionado. Su férrea mano se cubre con mediático guante de seda, pero atenaza con más fuerza y precisión. O espabilamos... ¡o la que nos espera!
Lo queramos ver o no, estamos sumergidos hasta las cejas en una guerra, una en la que ya no se tiran bombas, no como antes al menos. Ahora se nos aniquila de forma lenta y progresiva como al sapo aquel de la fábula al que meten en agua fresca y van aumentando el fuego hasta cocerlo. No hay movilización posible (siempre hay excepciones claro) pues estamos totalmente anestesiados.
Si nos quedase algo de sensatez no esperaríamos más, ni a otras elecciones, ni a que los nuevos líderes posmodernos vayan a sacarnos las castañas del fuego, ni a que las cosas se arreglarán por sí mismas con el tiempo. Un pueblo tan torero, como presume de ser el español, debería lanzarse a la acción, con piedras y palos para no morir ahogada en el mar de la indecisión.
Nacemos, crecemos, algunos nos reproducimos, mientras nos arrastramos lentamente y sin ninguna dignidad hacia la inevitable muerte.
El fascismo ha evolucionado. Su férrea mano se cubre con mediático guante de seda, pero atenaza con más fuerza y precisión. O espabilamos... ¡o la que nos espera!
ResponderEliminar¡Buen post!
Gracias Loam.
EliminarLo queramos ver o no, estamos sumergidos hasta las cejas en una guerra, una en la que ya no se tiran bombas, no como antes al menos. Ahora se nos aniquila de forma lenta y progresiva como al sapo aquel de la fábula al que meten en agua fresca y van aumentando el fuego hasta cocerlo. No hay movilización posible (siempre hay excepciones claro) pues estamos totalmente anestesiados.
Si nos quedase algo de sensatez no esperaríamos más, ni a otras elecciones, ni a que los nuevos líderes posmodernos vayan a sacarnos las castañas del fuego, ni a que las cosas se arreglarán por sí mismas con el tiempo. Un pueblo tan torero, como presume de ser el español, debería lanzarse a la acción, con piedras y palos para no morir ahogada en el mar de la indecisión.
Nacemos, crecemos, algunos nos reproducimos, mientras nos arrastramos lentamente y sin ninguna dignidad hacia la inevitable muerte.
Saludos.