A la espera de que Oliver Stone nos regale las neuronas con algún documental o película que ilustre el estado del mundo en nuestros días y, en especial, de América latina, tendremos que conformarnos con los medios oficiales y/o masivos y con algunos alternativos para tratar de conocer -aun superficialmente- lo que pasa allende el Atlántico. Buena Suerte y que la Fuerza os Acompañe.
Los Unos
Los Otros
Y los de Más Allá
Carta abierta a todos los hermanos hispanos del continente americano por Guillermo Fesser:
"Harto de tener que navegar continuamente entre lo español y
lo hispano, como si fueran realidades distintas, como si la una debiese de
invitar a la vergüenza y la otra al orgullo, me decido a escribir estas líneas.
En primer lugar, quiero aclarar que odiar a España por su
papel en la conquista, me parece a mí, no es bueno, ni malo, ni todo lo
contrario. Solamente quisiera estar seguro de que ese odio está fundamentado y
no es objeto de manipulación.
Para empezar quisiera compartir el dato histórico de que España
(entonces Castilla) nunca consideró ningún territorio de América colonia, sino
una nueva provincia. Esto no exime de culpas a las terribles atrocidades
cometidas por carniceros, con mentalidad del siglo XVI que realizaron todo tipo
de vergonzosos ultrajes contra los nativos de América; pero está plenamente
documentado que los Reyes Católicos extendieron los derechos de que gozaban los
habitantes de la península a los territorios de ultramar y que trataron de
perseguir a quienes no mantuvieran tales principios. Otra cosa es que lo
consiguieran, en una época en que, con la población diezmada por las hambrunas,
la peste, y las continuas guerras con Europa, mandar “policía” a América
resultaba harto complejo. Basta una rápida comparación con el supuesto imperio
británico, que nunca fue un verdadero imperio, pues los imperios, como hizo el
Romano con Hispania, anexionaban las culturas conquistadas a su cultura,
mientras que, los británicos, simplemente se limitaron a exterminarlas). En
México, en Guatemala, o en el Perú de 2019, vive mucha gente con rasgos
indígenas o mezclados. En Nueva York, es imposible ver a nadie. Algunos, muchos
españoles, exterminaron indígenas; pero muchos más les respetaron. Respeto,
ojo, con la mentalidad de lo que significaba respeto en el siglo XVI que,
tristemente, consistía básicamente en catolizar. La gran pregunta cuando uno
revisa la historia no es cómo de justos fueron sus protagonistas de acuerdo a
la visión actual, sino cuán justos fueron respecto al pensamiento de su época.
Es muy bonito ser feminista en el siglo XXI, pero hasta el XIX ibas a la
hoguera si te atrevías a comentarlo. Los valientes de hoy no necesariamente
hubieran sido tan valientes en el pasado. Dicho esto, quisiera expresar mi más
profunda convicción de que las guerras de independencia de los territorios de
España en América no fueron en absoluto guerras de independencia. ¿Ganaron
acaso Montezuma o Atahualpa? No fue ni mucho menos una guerra de liberación de
los indígenas americanos de sus invasores españoles. Las independencias
americanas no fueron otra cosa que una guerra civil entre españoles. Entre los
que querían seguir pagando impuestos al rey en la metrópoli y los que preferían
quedarse el dinero para ellos mismos. Ganaron, en nombre de los indígenas, los
que querían quedarse con el dinero para ellos; las mismas familias,
descendientes de españoles, que hoy siguen negándoles el pan y la sal a los
indígenas. Vencedores que, para justificar ante la historia que estaban del
lado de los justos (cuando sólo estuvieron y continúan estando del lado propio)
demonizaron a sus hermanos españoles perdedores. Narrativa a la que sumaron los
estadounidenses para darles la puntilla y justificar así la anexión
imperialista de Puerto Rico, Cuba, Guam y Filipinas. Ojalá llegue un día en que
todos los hispanos, descendientes de uno y otro bando, entendamos que este
estúpido enfrentamiento entre nosotros solamente beneficia a los canallas.
Rufianes que nos enseñaron a avergonzarnos de nuestra historia común, mostrando
a Cristóbal Colón como un genocida, cuando en realidad deberíamos estar
orgulloso del emprendedor que cambió la fisonomía del mundo inventando el
primer internet. Lo que ocurre es que entonces Google era el inmenso océano, el
ratón se apellidaba Pinzón, y a Amazon lo llamaban el galeón de Manila. Gracias
a la hazaña de Colón, se conectaron por vez primera los humanos de los
diferentes continentes. La caña de azúcar pasó de Asia a España y, de España, a
Cuba. Los biombos del Japón llegaron a México y, de ahí, a Holanda y al imperio
austriaco. Cambiaron las expectativas del mundo con Colón tanto o más que con
el alunizaje de Neil Armstrong. La diferencia es que el astronauta es un héroe
entre los suyos… y nosotros renegamos profundamente del nuestro. Hermanos hispanos,
se nos ningunea, se nos desprecia, se abusa de nosotros, y no hallamos
respuesta porque permanecemos divididos. Es tiempo de revisar la historia y
decidir, de verdad, si es cierto que este odio que nos profesamos está basado
en algo irremediable, o podemos encontrar ‘common ground’ y juntar una fuerza
definitiva que nos ayude a conseguir una vida mejor para todos.
Como árboles, cada uno hemos desarrollado una copa
diferente, con distintas ramas y follajes, pero nuestro bosque, nos guste o no,
permanece anclado en las mismas raíces. ¿No podríamos empezar a disfrutarlo
plantándole cara a la xenofobia y la manipulación que nos separa? Ojalá.
Así debería ser, ¿no creéis?"