Si no fuera por el dinero que mueve y porque sus raíces se
hunden en la banca y en la política, la City de Londres pasaría por ser un
barrio acomodado de Londres. Pero nada más lejos de la realidad. Sin apenas
residentes, -viven unas 9.000 personas- frente a las 350.000 personas que
trabajan allí de lunes a viernes, La City es el paradigma
de la banca de inversión, -la banca de casino para sus detractores-, y el
principal centro financiero internacional del mundo, por delante de Wall
Street.
Conserva leyes y administraciones propias que la convierten
en un Estado dentro de un Estado
Un espacio pequeño, apenas una milla cuadrada, con altas
dosis de poder. La cosa viene de lejos: desde hace más de mil años, la
City ha vivido del comercio. En las fronteras de la antigua Londinium se
financiaron expediciones y guerras; saben cómo manejar el dinero y cómo hacerlo
crecer. De su pasado, conserva leyes y administraciones propias que la
convierten en un Estado dentro de un Estado, cuyo peso económico es tan alto,
-aporta el 15 % del producto interior bruto y da trabajo indirectamente a dos
millones de personas-, que sin las finanzas de la City, la séptima
economía mundial se desplomaría.
Poderosa y peligrosa. Los que trabajan en ella lo saben y se
sienten especiales, aunque lamentan estar bajo sospecha desde la crisis
del 2008. La City no causó el desplome económico, pero hay coincidencia
general en que sus manejos no fueron ajenos. Joris Luyendik, antropólogo
y periodista en el diario The Guardian, lleva años investigando el
comportamiento de los cityboys y concluye que no se sienten en absoluto
responsables, porque viven en una burbuja y no ven ni a los parados de España
ni los recortes de Grecia y porque, -detalle importante-, tienen miedo, mucho
miedo a ser despedidos. Así de cruel y de atractivo puede ser trabajar en La
City.
Un rodaje previsible y apasionante
El rodaje tuvo algo de previsible y mucho
de apasionante. De previsible monotonía, porque no estábamos en un enclave
espectacular, ni frente a hechos que cobraran vida ante la cámara. El
paisaje de la City es urbano y de cemento, con formas georgianas o
estilizados edificios de cristal y acero. Y los hilos que mueven las finanzas
del mundo, son muchas veces electrónicos: grandes salas donde brokers y traders
dan órdenes de compra y venta. Fue Ángel Barroso, el realizador,
quien se encargó de insuflar vida e intención en cada plano.
Y apasionante, porque los entrevistados eran de
primera, pese a la desconfianza que muchos sienten hacia los medios de
comunicación a los que acusan –no les falta algo de razón, por más que sea la
obligación de cualquier periodista- de poner la lupa a los escándalos que han
sacudido a la City en los últimos años.
Y aunque no se dice en el reportaje, sí quiero dar
las gracias a quienes asumieron el riesgo de hablar para En Portada. Algunos pueden sacar
músculo, como el español Antonio Lorenzo, la mano derecha del
Presidente de Lloyds Banking
Group. Los nuevos gestores del icónico banco, están reflotando con éxito
una entidad que tuvo que ser parcialmente nacionalizada por el Gobierno
británico.
En otros casos, fue la cercanía sentimental la que nos
permitió acceder a Stephen Wright, antiguo Embajador en España y
exdirector ejecutivo de lo que hoy se conoce como CityUK, la entidad que se encarga de
vender a todo el mundo los servicios profesionales de la City. O el alcalde de
la City, -no confundir con el de Londres-, Lord Mayor, que nos
recibió entre viaje y viaje, porque ese es su trabajo: atraer inversiones a la
milla más rica del planeta. O el escritor John Lanchester, autor
de la magnífica novela “Capital”. O el diputado conservador Mark
Garnier, que asegura comprender la indignación de la gente, cuando
comprueba que ningún banquero irresponsable ha ido a la cárcel.
Los males de la City
Aunque no figura en la lista negra de la OCDE,Londres es,
en la práctica, un gran paraíso fiscal. John Christensen, director de Tax Justice Network, la Red para la Justicia
Fiscal, explica en el reportaje como funcionan estos “refugios de dinero” y
las prodigiosas cifras que evaden.
Pero la City es algo más que negocio y dinero. También tiene
mucho de gigante incontrolado, que “piensa” por todos, máxime desde que la
crisis pulverizara la división que existía entre políticos y autoridades
monetarias. Y no tiene corazón o si lo tuvo, fue devorado por el capitalismo
más avaro, al que culpabilizaba, no hace mucho, el poco sospechoso The
Economist. Según el prestigioso medio “los más potentes enemigos del
capitalismo no son los movimientos a favor de una globalización alternativa, la
izquierda socialdemócrata o comunista, ni siquiera los terroristas, sino los
amigos del capitalismo, sus hombres de confianza, que han soltado las riendas y
abusan de su poder sin límite”.
Es la City: demasiado grande para caer; demasiado influyente para no vigilarla, aunque sea de reojo.
Buen reportaje.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias ohma.
EliminarSaludos!