lunes, 30 de diciembre de 2019

Guía del autoestopista espiritual - De las ideas


Voz en off:

-¿Qué hemos aprendido?

Que un delirio es una idea, que las ideas pueden ser contagiosas, que el ser humano es un animal que busca patrones, o sea, que preferimos las ideas que encajan en un patrón. En otras palabras: no creemos lo que vemos, vemos lo que creemos. Y al estar estresados o si algo desafía nuestras creencias, al sentirnos amenazados, nuestras ideas pueden volverse irracionales. Un delirio lleva a otro y a otro, mientras la mente humana lucha por mantener su identidad. Y cuando esto ocurre, lo que empezó como un huevo puede transformarse en un monstruo."

Legion, Temporada 2, episodio 7, HBO 2018

   

sábado, 28 de diciembre de 2019

Guía del autoestopista espiritual - Del canto


          «…Y en verdad el comienzo del canto produjo una impresión de inmenso poder.
        
        »Con la primera sílaba, se, comenzó un lento y solemne coro de decenas y decenas de voces, cuyo sonido grave inundó las naves y aleteó por encima de nuestras cabezas, aunque al mismo tiempo pareciese surgir del centro de la tierra. Y mientras, otras voces empezaban a tejer, sobre aquella línea profunda y continua, una serie de solfeos y melismas, aquel sonido telúrico no se interrumpió: siguió dominando y se mantuvo durante el tiempo que necesita un recitante de voz lenta y cadenciosa para repetir doce veces el Ave María. Y como liberadas de todo temor, por la confianza de aquella sílaba obstinada, alegoría de la duración eterna, infundía a los orantes, las otras voces (sobre todo las de los novicios), apoyándose en aquella pétrea e inconmovible base, erigían cúspides, columnas y pináculos de neumas liquescentes que sobresalían unos por encima de los otros. Y mientras mi corazón se pasmaba de deleite por la vibración de un climacus o de un porrectus, de un torculus o de un salicus, aquellas voces parecían estar diciéndome que el alma (la de los orantes, y la mía, que los escuchaba), incapaz de soportar la exuberancia del sentimiento, se desgarraba a través de ellos para expresar la alegría, el dolor, la alabanza y el amor, en un arrebato de suavísimas sonoridades. Mientras tanto, el obstinado empecinamiento de las voces atónicas no cejaba, como si la presencia amenazadora de los enemigos, de los poderosos que perseguían al pueblo del Señor no acabara de disiparse. Hasta que, por último, aquel neptúnico tumulto de una sola nota pareció vencido, o al menos convencido, y atrapado, por el júbilo aleluyático que lo enfrentaba, y se resolvió en un acorde majestuoso y perfecto, en un neuma supino.

El nombre de la rosa, Umberto Eco, 1980

    

Guía del autoestopista espiritual - Sobre Ubik, perdón, sobre Dios



“-¿Qué es el Ubik? –preguntó Joe, deseando retenerla.

-Un bote de aerosol de Ubik –respondió la joven- consistente en un ionizador negativo portátil, con una unidad autocontenida, de alto voltaje y baja densidad, alimentado por una pila de helio de veinticuatro kilovatios de ganancia máxima. Los iones negativos reciben un giro de sentido contrario a las agujas del reloj, que les imprime una cámara de aceleración de nuevo diseño, creadora de una fuerza centrípeta tal que las partículas ganan cohesión en vez de disiparse. Un campo iónico negativo reduce la velocidad de los protofasones habitualmente presentes en la atmósfera. Al disminuir su velocidad dejan de ser protofasones y, según el principio de paridad, ya no pueden enlazarse con los protofasones irradiados por individuos conservados en friovainas, lo cual significa, al menos durante un cierto lapso de tiempo, un incremento de la intensidad del campo de actividad protofasónica… que es experimentado por el semivivo en forma de un aumento de la vitalidad y una atenuación de las sensaciones de frío, características de las temperaturas de hibernación. Por ello no le resultará difícil comprender por qué las formas degeneradas de Ubik no lograban…

-Lo de los iones negativos es una redundancia –dijo Joe de forma refleja-. Todos los iones son negativos.

La chica se alejó de nuevo.

-Espero volver a verle –dijo gentilmente-. Ha sido una satisfacción para mí traerle el aerosol. Quizá la próxima vez…

[…]

“Yo soy Ubik. Antes de que el universo existiera, yo existía. Yo hice los soles y los mundos. Yo creé las vidas y los espacios en los que habitan. Yo las cambio de lugar a mi antojo. Van donde yo dispongo y hacen lo que les ordeno. Yo soy el verbo, y mi nombre no puede ser pronunciado. Es el nombre que nadie conoce. Me llaman Ubik, pero Ubik no es mi nombre. Soy. Seré siempre.”

“Ubik”, Philip K. Dick, 1969

viernes, 13 de diciembre de 2019

Guía del Autoestopista Espiritual - Sobre la mente, crear y destruir


El mundo, la realidad en la que vivimos, es creado y sostenido por el acuerdo de nuestras mentes. Nuestra mente repite sin cuestionamientos lo único que se le ha enseñado a hacer mediante la educación -más bien domesticación o amaestramiento- y la repetición generacional y cultural de un único patrón.

La mente cree que está haciendo lo correcto y desconoce que es prisionera. No sabe que tiene un abanico de posibilidades, casi, infinitas en cuanto a lo que puede imaginar y crear. Tiene pánico a quedarse sin un amo que la guíe, aunque sepa que éste es despiadado e implacable y que la llevará sin ninguna duda a su destrucción y la enfrentará a las experiencias más horrendas.

Para escapar de la prisión y avanzar no es necesario destruir sino que debemos crear aquello a lo que aspiramos. El truco está en dejar de alimentar a la Bestia de la Costumbre. Si no le concedemos nuestra atención a las cosas ordinarias, a aquello que nos embrutece, a lo que nos es cómodo y rutinario y la enfocamos en una realidad alternativa, libre, benéfica, pacífica y amorosa; ésta aparecerá como por arte de magia.